SOLO PARA FUMADORES

Autor: Julio Ramón Ribeyro

EFECTOS DEL TABAQUISMO



    Ribeyro narra en sus líneas de su texto de aquella adicción hacia el tabaco, desde los catorce o quince años por las distintas marcas de cigarro que pasaron por sus labios. Refiere según el texto que quizás sea un vicio hereditario, porque tanto su padre fue un fumador moderado y sus tíos unos grandes fumadores, dicho sea de paso tuvieron desenlaces tristes perjudicando su salud esclavizados por el tabaco.
        
     Al momento de ingresar a la facultad de Derecho consiguió un trabajo en un abogado y así disponiendo de los medios necesarios para el consumo del tabaco, queriendo decir que nada le impedía fumar y siendo en cualquier lugar. 
"El fumar se había ido ya enhebrando con casi todas las ocupaciones de mi vida".

    Llegó un momento que no se abastecía a comprar más cigarrillos así que se puso a hacer lo más aberrante que era empezar a vender sus libros por dicho vicio.

"Pero mi peor humillación fue cuando me animé a vender lo último que me quedaba: diez ejemplares de mi libro Los gallinazos sin plumas, que un buen amigo había tenido el coraje de editar en Lima".

    De mil y una forma tenía que conseguir tener un cigarro y así calmar sus ansias de la nicotina, incluso herr Trausnecker le obsequió una maquinita con la cual pudo liar cigarrillos y subsistir a sus días malos pero ya era necesario tomar una decisión radical de dejar el cigarro a conciencia, así que se propuso escribir una vida limpiamente lejos del tabaco pero al mismo tiempo no pudo concentrarse, estaba en la angustia de que quería encender en ese momento un cigarro.

    Fue precisamente en la época del Marlboro y de su trabajo en la agencia que no dio más y se desplomó, le subieron a la ambulancia. Ribeyro estaba a punto de morir pero llego a recuperarse luego de dos meses, eso no fue suficiente para resistir esa tentación y nuevamente al hospital sin respetar se fumaba sus cigarrillos en el baño aparte no era difícil sobornar a una enfermera. Tuvieron que internarlo al control cotidiano, fueron sus peores días viendo a su alrededor personas igual o peores que incluso "dulcemente extinguiéndose", cambió su pensamiento cuando vio a trabajadores felices y sanos pero al mismo tiempo prendiendo una cajetilla de cigarros a tal modo que empezó a alimentarse, ser una persona sana y salir lo más pronto del internado.   

"Esa visión me salvó. Fue a partir de ese momento que estalló en mí la chispa que movilizó toda mi inteligencia y mi voluntad para salir de mi postración y en consecuencia de mi encierro". 

    Ribeyro ya recuperado igual recobró su consumo habitual de a pocos hasta que volvió a ser el mismo fumador excesivo y compulsivo de siempre.

    En conclusión, Ribeyro habiendo pasado episodios críticos de su vida como mal de salud, viciado y hasta postrado en un hospital no le interesó seguirse dañando más o peor de lo que estaba casi lléndose a la muerte. No le llevó a un acto de reflexión y decisión propia dejar el vicio aquí se plasma su orgullo o haber vendido metafóricamente su alma al tabaco.

"Me refiero a un placer sensorial, ligado a un sentido particular, como el placer de la gula o la lujuria".  



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